viernes, 10 de mayo de 2013

La chova andorrera


     En mi continua búsqueda de dichos, retruécanos, chascarrillos y aforismos del pueblo, recuerdo uno que oí decir muchas veces en mi tierra toledana. "Va siempre como el cochino San Antón". No era una alusión a la limpieza, no penséis mal. Se referían a quien, como perrito sin amo, andorreaba continuamente. Andorrear, qué interesante palabra también.

     A lo que íbamos. El término "cochino San Antón" viene de una tradición que, según creo, ya no se estila. Estilar, otra palabra en desuso del vulgo. Y vulgo, otra más. 

     Retomo, que me desvío. En algunos pueblos había la costumbre de tener un cerdo de propiedad comunal al que se encargaba de dar de comer todo aquel que tenía algo que ofrecerle. El gorrino deambulaba durante todo el día por las calles del pueblo como un ciudadano más, parándose en la casa en la que le ofrecían algo de pitanza y viviendo a cuerpo de marrano. Únicamente preocupado de engordar. En algunos municipios el puerco se hacía su propio cobijo para la noche, pero en otros, se le abría la cochiquera de la casa que le pillaba más a mano al llegar la noche. Así iban pasando sus días, con una existencia libre entre los lugareños y adquiriendo esa fama de errante. Hasta que, cebado lo suficiente, se organizaba la matanza de la que disfrutarían todos vecinos. 

     De modo que, al igual que el puerco de vida callejera, aquel que se pasaba todo el día en la calle e ir sin rumbo era tildado de ser "como el cochino San Antón".

     Pues resulta que me han contado que ahora en mi pueblo no se ha perdido del todo la tradición y tienen un animalito que se pasea a sus anchas por todas partes, comiéndose bocadillos de colegiales, posándose en ventanas e incluso en el pelo de alguna señora espantada ante su visita. Una chova de refulgente pico rojo y negro plumaje. 

     ¿Se impondrá la costumbre de la Chova San Antón?    




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