viernes, 29 de marzo de 2013

Fíate de la virgen


     En mi continua búsqueda de los albores de expresiones y dichos populares, me topo de bruces con otra de las que pensaba que tenía el origen en mi pueblo natal. Sin pretender sentar cátedra y consciente de que, posiblemente, éste no sea el auténtico inicio del latiguillo, relataré lo que de pequeño se me contó.

     Resulta que en mi pueblo hay dos fiestas patronales, como creo que en casi todos las localidades españolas. Una la de San Agustín, patrón del pueblo y quizá menos conocido, aunque se halla en la iglesia parroquial, que es el templo más grande de allí. Y otra fiesta en honor a la Virgen de la Salud que es la que más devotos tiene y que se encuentra en su pequeña ermita a las afueras del pueblo.
     Ante esto, el Santo y la Virgen, aprovechan las fiestas de ambos para hacerse una visita y realizar el recorrido de uno a otro templo acompañados de gran número de fieles. Lo conozco bien porque participo en esta procesión desde mi infancia.

     Con motivo de la "Función" (en mi pueblo a la fiesta se le llama Función), se alternan distintas actividades lúdicas: ferias, bailes, espectáculos taurinos, actos religiosos y actuaciones varias. Pues ocurrió en cierta ocasión que se estaba celebrando la procesión a la vez que se preparaba el encierro de toros del día siguiente. Las circunstancias hicieron que uno de los toros se escapase del control de jinetes y pastores que los llevaban hasta los corrales y huyó descontrolado hasta llegar al pueblo donde se celebraba el acto religioso con cientos de personas por la calle. La gente se percató de la presencia del astado y corrió despavorida a buscar cobijo. Los que llevaban en andas a la virgen confiaban en que la imagen que llevaban en sus hombros podría potegerlos, hasta que viendo que el morlaco se acercaba, uno de ellos exclamó "¡Fíate de la virgen y no corras! Ante lo cual, soltaron las andas y pusieron pies en polvorosa.

     Como es evidente, el cornúpeta no entendía de religiones y todo eran objetivos a derrotar.

     Seguramente el dicho no provenga de ahí, pero por respeto a mis mayores que me lo enseñaron así, quiero pensar que esta es la historia que lo originó.



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