jueves, 7 de marzo de 2013

Amar demasiado y perderlo.


     Amar y perderlo da paso al resquemor.
     El resquemor que te atormenta y te cierra los ojos.
     Cuando amas demasiado y lo pierdes no puedes evitar esa época en la que el odio o, en el mejor de los casos, el resquemor, llega a ocupar gran parte de tus días.
     Es el problema de haber querido y entregado demasiado. Inconveniente que no tienen los que no arriesgaron nada en ello. Éstos pueden cambiar de rumbo con un simple volantazo.

     Pero hay un maravilloso momento, en el que, superada esa época, consigues sacudirte ese lazo invisible y concluir que aquello no merecía la pena, que tu vida ha ganado con el cambio y que deseas lo mejor a la otra persona. De corazón. Pero lejos. No permitirás volver a revivir esas etapas de nuevo.

     Y así la vida va pasando.
     Entre afectos perdidos y amores ganados.
     Entre cariños y resquemores.
     Entre la obsesión y el olvido.
     Para llegar al sosiego del vacío. 



 

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