viernes, 11 de marzo de 2011

"Los últimos días de Alejandro"


    Nuestra mente es un mundo lleno de fantasmas y pensamientos más o menos tangibles. Y, en esta amalgama de ideas, debes seleccionar las simples locuras pasajeras de los auténticos conceptos factibles.
     Cuando, hace ahora un año, tenía la última conversación con mi añorado amigo Jorge Aguado, no tenía muy claro si el proyecto podría realizarse. Y mi querido compañero me animaba a embarcarme en esta aventura, diciéndome que él sería el primer espectador en el patio de butacas. Desgraciadamente, Jorge no estará allí físicamente, pero nos acompañará su espíritu y su recuerdo. En aquel momento yo acababa de terminar una relación artística algo tortuosa y mi sesera se debatía entre el "quiero" y el "debo". Por suerte hice caso al "quiero" y al apoyo de mis compañeros y me animé a iniciar el proyecto.

     Al cabo de unos meses, junto a mis admirados compañeros que han sido un ejemplo de ánimo e ilusión, nos encontramos preparando lo que estamos a punto de estrenar.
     No sé si la intuición de Julián Salas, uno de los autores de la obra, cuando me pasó el texto sin conocernos siquiera, ha sido la más acertada (nótese la chanza). Pero lo que está claro es que, al que suscribe y a su grupo de acólitos nos ha dado, y seguro que nos dará, muy gratificantes momentos.

     El proceso creativo de "Los últimos días de Alejandro" ha sido un placer plagado de grandes descubrimientos y luchas de superación como pocas cosas en la vida nos pueden dar. Admiro la lealtad de todos los que se han puesto a mis órdenes, aún sabiendo que en ocasiones puedo resultar difícil de entender. Todos y cada uno de ellos han puesto todo su saber al servicio de este proyecto. Desde Beteta, al que echamos de menos y sé que pronto volverá a incorporarse, hasta el último de los llegados.

     Me gustaría hacer una relación de cada uno de ellos, pero este escrito se alargaría hasta hacerse eterno. Así que me limitaré a darles las gracias, como lo haría de uno en uno, y desearles que disfruten su trabajo hasta llegar a tocar el cielo.
     Gracias por tener dudas, gracias por vuestras miradas perdidas en busca de esa inspiración que parecía no llegar, gracias por dar brillo al opaco mundo, gracias por vuestras risas que destruyen mi rigidez, gracias por vuestros miedos a no estar a la altura, gracias por estar celosos de que os preste atención, gracias por preguntar, gracias por ponérmelo difícil cuando no veíais claras mis decisiones, gracias por apreciar el trabajo de vuestros compañeros, gracias por apoyaros entre vosotros, gracias por conseguir estremecerme hasta el punto de tener que ocultar alguna lágrima furtiva.

     Quedan pocas horas para que nuestro trabajo se presente al público, y lo único que se me ocurre es deciros lo que os dije en el último ensayo "vaciaos de toda vuestra carga, jugad, haced vuestros los personajes y vivid la magia del escenario".

     Alejandro cabalga en pos de grandes conquistas.